En el Motel

Adrí sorpresivamente desabrocho su sostén y me dejo ver su cuerpo cubiertos de pecas y coronadas con un par de bolas rosadas, aureolas delicadas y circulares de los que sobresalían dos firmes puntos.

Me miro y se rio consciente de la tremendura que acababa de hacer, estábamos dentro del coche estacionados en plena vía pública, la gente pasaba caminando a nuestro lado, los más atentos pudieron llevarse un fugaz recuerdo de su firme cuerpo. - ¿No te gustan? - me pregunto - ¡Son bellísimas! - le dije casi sin aliento, volvió a sonreír y se acercó para besarme

Su mano se deslizo hasta mi firme entrepierna y lo tomo con decisión mientras su lengua se hundía en mi boca, ágilmente me desabrocho y aflojo los botones de mi pantalón, aparto mi ropa interior - Que rico -dijo en un suspiro mientras su mano comenzaba a deslizarse de arriba hacia abajo. Vale decir que sus manos son firmes y robustas con dedos gruesos que se apoderaron por completo de mi cuerpo.

Comenzó a darme placer con su mano e instintivamente mi cadera comenzó a buscar su cuerpo, no me dejo ni pensarlo, subió su falda y con una agilidad sorprendente se sentó de frente encima de mi pasando sus piernas alrededor del asiento. Estaba caliente, comenzó a moverse y a disfrutar.

Para este entonces estábamos rodeados de personas, pero el pudor volvió a ella y decidimos partir antes de que la situación con los transeúntes se volviese peligrosa. - Te debo una - me dijo a manera de disculpa mientras poníamos en marcha el coche.